PSICOLOGÍA EN MARKETING. LA RAZÓN PARA CREERSE LAS PROMESAS DE LAS MARCAS

PSICOLOGÍA EN MARKETING. LA RAZÓN PARA CREERSE LAS PROMESAS DE LAS MARCAS

En publicidad, hay muchas ocasiones en las que se hacen declaraciones que parecen funcionar como una especie de verdad absoluta y que son difíciles de rebatir. Desde los productos que bajan el colesterol o favorecen la digestión, hasta los cosméticos que rejuvenecen y quitan ojeras y arrugas, pasando por las colonias que te convertirán en alguien irresistible, las promesas son muchas y muy variadas. La forma de hacerlo es siempre la misma: una declaración impactante, un verbo de aseveración y muy pocas explicaciones sobre la forma de conseguirlo.

Esta forma de actuar es la misma que emplean en muchos casos las fake news. Son titulares que aseguran ciertos datos que parecen creíbles y que, por tanto, son asumidos como ciertos por casi todos los receptores de la información.

La pregunta que hay que hacerse es porqué son creíbles estas declaraciones, qué es lo que hace que se den por ciertas las afirmaciones de que el colesterol va a bajar o de que la crema nos va a rejuvenecer. Parece que sólo por el hecho de que esté indicado en el packaging tiene que ser creído.

La clave de todo está en la forma de presentar la información y en las estructuras de razonamiento que llevamos aprendiendo desde pequeños.

Según los investigadores, el cerebro de los consumidores premia la información que se presenta en secuencias y patrones familiares. El cerebro tiende a mantener todo organizado y para ello, crea patrones con los que poco a poco va familiarizándose. Cuando lo consigue, la siguiente vez que recibe una información intenta organizarla según alguno de los esquemas que tiene aprendidos. Además, aquella información que ya le llega como uno de los patrones conocidos la asume como correcta sin analizarla excesivamente.

La realidad es que el cerebro usa la experiencia y los hechos que ya conoce para tomar decisiones rápidas sobre si creer o no creer lo que se le presenta.

 

EL ORDEN ALFABÉTICO

El alfabeto es uno de los patrones más universales, ya que es la manera en la que se ha aprendido a procesar la información desde la infancia. Todo lo que esté ordenado de una manera que se acerque a la del alfabeto parece más real, aunque esa percepción se realice de una manera inconsciente y no tan clara a primera vista.

De hecho, se ha planteado que, si las iniciales de las palabras que conforman un eslogan siguen el orden alfabético, éste resulta más creíble. Realmente estamos continuamente buscando secuencias naturales y cuando se encuentra una que coincide con un patrón conocido, nos parece que es mucho más correcto.

Para confirmar este efecto, se planteó un estudio en el que los participantes fueron expuestos a eslóganes de marcas que seguían estructuras alfabéticas (por ejemplo, AAA Calma el Dolor) y a otras que no las seguían (por ejemplo, VVV Calma el Dolor).

A continuación, se les preguntaba por lo que creían que era cierto o no de las promesas que hacían las marcas. Los eslóganes que seguían el orden alfabético obtenían mejores resultados. Los consumidores les otorgaban una mayor credibilidad, aunque cuando se les preguntaba cuál era la razón, no eran capaces de explicarlo.

En el estudio también se analizó si esas pautas podían ser alteradas. Para ello, los investigadores hicieron el mismo experimento, pero antes de sentar a los consumidores con los eslóganes de marca les presentaron un vídeo. La mitad de los participantes visionaba un video en el que se cantaba el alfabeto en orden y la otra mitad uno en el que iba a la inversa. Los que habían visto el último vídeo daban una puntuación más alta a los eslóganes que estaban escritos en orden alfabético inverso.

PSICOLOGÍA DEL CONSUMO. LOS CONSUMIDORES NO SIEMPRE SE QUEDAN PARALIZADOS POR UN EXCESO DE OFERTA

PSICOLOGÍA DEL CONSUMO. LOS CONSUMIDORES NO SIEMPRE SE QUEDAN PARALIZADOS POR UN EXCESO DE OFERTA

Sólo hace falta ir a un supermercado para ver que los consumidores están expuestos a una gran cantidad de productos y marcas. Y si en vez de un supermercado se trata de un hipermercado, la experiencia puede ser abrumadora. Los pasillos están llenos de productos y ofertas y los consumidores tienen que navegar entre todas esas marcas para hacer su elección. De hecho, no hay mejor ejemplo de competencia que un pasillo de supermercado donde las diferentes marcas compiten por llamar la atención de los consumidores y que estos se decidan por sus productos.

Y ese pasillo de supermercado es también un buen ejemplo de cómo los consumidores se relacionan con las marcas y cómo tienen que enfrentarse cada día a la avalancha de ofertas que están presentes en su vida.

Además, esta gran profusión de marcas y productos no se da solo en el campo de la alimentación y el gran consumo, sino que es ya una constante en todas las áreas. La oferta se multiplica sin parar, los consumidores tienen siempre mucho donde escoger y las compañías tienen que ser capaces de encontrar la manera de llegar a sus potenciales compradores y vencer el problema que supone que haya tantas marcas y tantas opciones.

Pero, por otra parte, esta elevada oferta hace que puedan entrar muchas marcas al mercado y que la oferta no se limite a lo que ya existía, sino que se crean ventanas para la llegada de nuevos actores que dinamizan el mercado. Todo esto genera una situación compleja respecto a los consumidores y su conexión con las marcas. El exceso de oferta puede saturar el mercado y hacer que el consumidor se paralice.

Esta ha sido una de las lecciones de psicología del consumo que las marcas se han visto obligadas a aprender en los últimos años. El hecho de que los consumidores tengan cada vez más variedad de productos al alcance de la mano ha llevado a una saturación del mercado y llegar a los posibles clientes ha sido cada vez más complicado, puesto que estaban saturados por la oferta.

Pero la pregunta que hay que hacerse es: ¿es esto siempre cierto?, ¿todas las ofertas desbordan por igual?

 

SATURACIÓN DE OFERTAS Y CATEGORÍAS DE PRODUCTO

Una nueva investigación en psicología del consumo ha llegado a algunas conclusiones diferentes en cuanto al exceso de oferta, decisiones de compra y percepción del consumidor. La principal conclusión es que no se puede decir de forma general que los consumidores se sientan paralizados por un exceso de productos disponibles para la compra. La realidad es que los consumidores se sienten abrumados a veces, pero eso no ocurre siempre. De hecho, los investigadores apuntan a que la sobrecarga de oferta solo lastra en ciertas categorías de productos y servicios.

La clave no está tanto en la cantidad como en el tipo de productos que se van a comprar. En las categorías utilitarias que se compran porque son funcionales o porque se trata de necesidades, como puede ser la compra de comida, productos de limpieza o incluso el ordenador que se usa para las cosas cotidianas, los consumidores sí que se sienten abrumados cuando la cantidad de productos es elevada.

Sin embargo, en otro tipo de compras como pueden ser ropa, perfumes o joyas, el consumidor incluso agradece tener una gran amplitud de oferta. En el mundo de las compras que se hacen por placer, se genera un vínculo emocional con el propio proceso de compra que produce un placer en sí mismo. Es por ello que el consumidor quiere tener muchas opciones, que se le presenten muchas marcas y muchos productos entre los que escoger, así como acabar comprando lo mejor.

Y la realidad es que, mientras que en las compras utilitarias los consumidores se sienten satisfechos si compran algo que sea suficientemente bueno, en el caso de las compras de artículos que se compran por placer, esto no es así, lo suficientemente bueno no vale.