NEUROCIENCIA DE LA FELICIDAD
Todos hemos ido alguna vez a un café y nos han sorprendido
con un sobre de azúcar con mensaje. En algunas ocasiones se trata de frases de
personajes famosos y en otras, son simplemente frases que potencian la alegría,
constancia, perseverancia, y muchas otras virtudes. Las marcas emplean este
tipo de mensajes con diferentes objetivos y en múltiples campañas de
publicidad.
De hecho, la
presencia de mensajes que invitan a ser más felices y a conectar con los demás es
muy habitual y la razón es que la
sociedad está cada vez más obsesionada con la felicidad y claro, las marcas
son conscientes de ello.
Los años de crisis vividos han potenciado este efecto.
En tiempos difíciles, lo que el
consumidor demanda son promesas de felicidad, de que todo va a ir mejor. De
hecho, fue al principio de la época de crisis cuando surgió la felicidad como elemento
prescriptor y durante los años más duros de la época de recesión, ha sido
cuando la idea ha estado más presente en los mensajes de marca.
En el
momento en que las cosas empezaron a ir mejor, algunas marcas pensaron que la idea
optimista estaba ya saturada, dejando incluso de emplear el mensaje de
felicidad para captar consumidores. Marcas
muy conocidas anunciaron que abandonaban el eslogan basado en la felicidad para
apelar a otros conceptos como generosidad o amabilidad, afirmando que el
término felicidad había sido sobre utilizado y había perdido el sentido.
Sin embargo, la realidad es que la felicidad sigue siendo un activo muy importante para las marcas y
empresas. Al fin y al cabo, cuando
estamos felices compramos más, y aunque en internet los términos “felicidad”
o “cómo ser felices” no aparezcan ya en los primeros puestos del ranking de
búsquedas, el concepto sigue despertando interés.
CÓMO
FUNCIONA LA FELICIDAD
Ahora bien, ¿cómo funciona la felicidad?, ¿qué es lo
que nos hace felices?, ¿cómo conseguir que los consumidores conecten con esa
emoción?
La realidad es que los científicos no tienen muy claro que, en términos de ciencia, se
pueda provocar la felicidad. Por ejemplo, aunque la felicidad fomenta la
creatividad, no es fácil crear entornos de trabajo felices que la fomenten.
Además, la
felicidad es un elemento un tanto esquivo para la mente. Una frase que lo
expresa muy bien es la utilizada en algunos sectores de la psicología: “La mente es como el Velcro para las
experiencias negativas y como el Teflon para las
positivas”. Es decir, quedarse con
las cosas malas y darle vueltas es fácil para la mente, pero hacer lo mismo con las positivas no es tan
fácil. Sin embargo, la buena noticia es que, aunque el cerebro tiende a
aplicar un sesgo negativo, las experiencias pueden cambiarlo y se le puede entrenar para posicionarlo de
una forma más propicia a la felicidad.
LAS
PALABRAS DE LA FELICIDAD
Y en la carrera hacia la felicidad, un elemento
decisivo es el lenguaje. Y es que el
secreto de la felicidad reside en la capacidad que tenemos de expresarla en
palabras. O, dicho de otra forma, en
la habilidad para dar sentido a las emociones por medio del lenguaje. A
diferencia de los animales, las personas podemos compartir las emociones usando
el lenguaje.
Esto hace que las
emociones y la percepción que tenemos de ellas esté muy marcada por cómo se
habla de ellas, por los términos que se escogen y por el entorno en que se vive.
De hecho, la interpretación que el cerebro hace de los sentimientos, traduciéndolos
a múltiples emociones, depende no solo de la variedad de lenguaje utilizado,
sino también del contexto social y cultural en el que nos encontramos.
Hay personas para las que las palabras son decisivas. La
realidad es que no todo el mundo tiene la misma capacidad de granularidad emocional, entendida como capacidad de traducir estados emocionales a
palabras. De ahí que no todo el mundo sea capaz de percibir las palabras
del mismo modo, de asumir sus matices. Para
quienes tienen una elevada granularidad emocional, palabras que, para quienes
la tienen baja, parecen intercambiables o muy parecidas, no lo son.
Los expertos creen que enriquecer el vocabulario de la felicidad es muy importante, así
como hacer que cada vez más personas accedan a más palabras para representar
estados emocionales concretos. Esto ayuda a identificar mejor las emociones y
también ayuda a que nuestro cerebro
genere emociones más específicas, a que la reacción emocional sea más
ajustada a las cosas.
EL USO
DE LAS MARCAS
Todos estos datos
son cruciales para las marcas y empresas, que tienen que tenerlos muy en
cuenta cuando usan la felicidad para conectar con los consumidores y hacer que
empaticen con su marca.