EL
GUSTO EN EL MARKETING SENSORIAL
No cabe duda de que, en muchas ocasiones, el simple recuerdo de un plato de comida que nos gusta nos hace salivar. Es innegable la importancia que tienen los sabores en la activación de la memoria, pero también hay que tener en cuenta que son poderosos transmisores de información.
No hay más que recordar lo recogido en la famosa obra de Marcel Proust. Independientemente de que se haya leído o no el libro, todo el mundo conoce la historia. El olor de la magdalena desencadena una auténtica avalancha de emociones en la memoria del narrador.
Aunque tradicionalmente el marketing ha apostado por lo auditivo y lo audiovisual, cada vez más se está siendo consciente del potencial del resto de los sentidos. El marketing aromático ya está totalmente asentado. Funciona especialmente bien, porque los consumidores procesan los olores sin apenas darse cuenta, pero se asientan como un recuerdo potente. Los olores transmiten valores y son una rápida vía de transmisión de la información. Por ejemplo, los olores cítricos se asocian a la limpieza.
También a medida que el marketing de experiencias ha ganado fuerza, el gusto ha ido ganando protagonismo. El marketing que se come se ha situado como una nueva forma para asentar la imagen de marca y convertir en único, algo que realmente no tendría que serlo. Y en ese sentido ya se están produciendo colaboraciones para lanzar al mercado productos que pasen a ser el sabor de una determinada marca.
LA MARCA QUE SE COME
La idea de convertir a la marca en algo que se come no es nueva. Con creatividad y conocimiento de marca, se puede jugar con el gusto como palanca de marketing. Mastercard, por ejemplo, incluyó unos sabores propios en una colección de macarons, haciéndolos coincidir con los colores corporativos que, a su vez, se asociaban a pasión y optimismo.
Citroen también jugó con los sabores para el lanzamiento de algunos de sus modelos de coches, presentando una edición especial de mochis, en la que cada uno “sabía” a los valores de los modelos de automóvil que estaba presentando. Y otras marcas de automóviles también han jugado con los sabores, como el caso de Kia que conectó con la cocina coreana.
Todas estas propuestas y sabores intentan reforzar los valores que la marca quiere transmitir, de una forma que llame la atención y que sea visible y memorable.
LOS CUPCAKES Y SU EVOLUCIÓN
Los cupcakes son el mejor ejemplo de la asociación con marcas. Fueron el pastel de moda en su momento, la novedad, el boom. Y aunque muchos insistieron en que aquello no era más que una magdalena, la realidad es que allá por el 2010 conectó muy bien con el espíritu del momento: la búsqueda de cosas optimistas y felices.
Además, los cupcakes eran muy coloristas y llamaban mucho la atención, lo que permitía jugar con ellos de forma creativa, de ahí que se convirtieran en material para el marketing que se come. Hoy en día, aunque como pastelería ya es algo común, desde el punto de vista del marketing continúa siendo un elemento explotable.
Las marcas han comprendido el potencial de este elemento como un merchandising corporativo más. Aunque es un merchandising más efímero que un bolígrafo o un usb, la realidad es que llama más la atención, sobre todo cuando detrás del pastel hay un horno de pastelería que sabe lo que hace.
De esta forma, el regalo que se come se ha ido posicionando no solo como algo que se ofrece en eventos concretos, sino también como un regalo de marca más, incluso como un producto pop-up. Es la evolución de los tradicionales caramelos de propaganda. Ahora se regalan cajitas con chocolates o caramelos, versiones exclusivas para una determinada marca. El producto exclusivo vende su distinción de una forma casi imperceptible para el consumidor, pero muy efectiva. El regalo personalizado que se come funciona.
MARKETING
DE LOS SENTIDOS
Todas estas ideas funcionan porque no son solo cosas que se comen, sino que encajan en una completa estrategia de marketing. Por una parte, son marketing de experiencias, y por otra son marketing multisensorial porque entran en juego varios sentidos que procesan todos los detalles y valores.
Y si el marketing multisensorial triunfa es porque permite ganar relevancia, convirtiendo los productos en experiencias que se cuelan en la atención y memoria de los consumidores. En este momento en que existe saturación de impactos visuales, las marcas deben apelar a varios sentidos, permitiendo, además, que los consumidores puedan sentir los productos. De hecho, este principio es el que está detrás de muchas de las acciones que se llevan a cabo en espacios como transporte público, convirtiéndolos en lugares con olores especiales que captan la atención del público.