LA
NEUROCIENCIA NOS DICE LAS RAZONES POR LAS QUE LOS CONSUMIDORES NO ESCUCHAN A
LAS MARCAS
En la vida cotidiana todos
hemos tenido alguna vez la sensación de que hablamos pero nuestros interlocutores no nos escuchan. Otras veces
somos nosotros los que no escuchamos, estamos ahí pero como si no estuviéramos.
El mensaje está pero nuestro cerebro no.
Esto, que en el día a día de
las personas es un inconveniente, se puede convertir en un problema cuando se trata de marcas y empresas. Si llegar a los
consumidores ya es complicado, el que no escuchen o no procesen el mensaje que
se intenta transmitir puede ser un verdadero lastre.
La neurociencia puede ayudar a comprender porqué las personas
escuchan menos de lo que las empresas y las marcas desean y porqué mucho de lo que se
dice se convierte en un simple ruido de fondo. No cabe duda que del estudio del funcionamiento del cerebro
se pueden extraer importantes lecciones.
Lo primero que hay que
comprender es qué es lo que hace que el
cerebro responda a la información. La realidad es que es posible que una persona esté escuchando un mensaje, incluso que
esté escuchándolo de una manera activa y que sin embargo lo que le están
diciendo se quede en nada, que la información
no se convierta en algo valioso, en algo que se quede en la mente del
consumidor. La neurociencia nos ayuda a entender porqué ocurre esto y
porqué es más frecuente de lo que puede parecer.
PROCESO DE APRENDIZAJE
La clave está en la manera en la que se procesa la
información. Es
igual que el proceso de aprendizaje que tienen los niños, sólo aprenden las
cosas que realmente entienden. Con la información ocurre exactamente lo mismo,
y es algo que las empresas y marcas deben tener en cuanta cuando presentan
datos y contenidos.
Cuando lo que se da son instrucciones, el cerebro racional
puede estar escuchando pero no tiene porqué recordar el mensaje ni tomarlo como
propio. Sin
embargo cuando el cerebro, ante una
información recibida, comprende lo que
le han dicho y lo procesa, se produce dopamina que hace que se sienta bien. Este proceso de entendimiento no sólo
hace que nos sintamos bien sino que también
activa el hipocampo, que es el área del cerebro responsable de la memoria a
largo plazo. Se construyen conexiones neuronales de forma que, ante
situaciones futuras equivalentes, el cerebro recuerde lo que ha aprendido ahora.
Por eso no sólo es importante que la audiencia comprenda lo que se está
diciendo sino también que se permita que el cerebro lleve a cabo los procesos
para llegar a las conclusiones de un modo propio. Es más fácil recordar una
idea generada por el consumidor que una idea que se le ha transmitido.
LA IMPORTANCIA DE LLEVAR RAZÓN
Otro punto importante a tener
en cuenta es que al cerebro le encanta
tener razón. Desde pequeños hemos sido educados en el convencimiento de que
llevar razón tiene recompensa, tener
razón hace que suba la dopamina.
Pero si por una parte llevar
razón hace que las personas se sientan bien, por otra hace que sea más dificil que conecten con otras personas y que se
den cuenta que los demás pueden ver y experimentar el mundo de forma diferente.
Por eso cuando las marcas dicen algo
distinto a lo que los consumidores piensan que es correcto, se crean barreras que
son difíciles de derribar.
EL SIGNIFICADO LO PONE EL RECEPTOR
Y por último hay otro aspecto
importante en la transmisión de la información, el de las barreras del
significado. Lo que se dice y lo que los
demás piensan que se ha dicho no siempre coincide. En la comprensión de los
mensajes entran en juego las experiencias y los recuerdos almacenados en el
hipocampo y el aprendizaje de qué hacer y cómo hacer algo, almacenado en el
neocortex. Esto lleva a que, aunque se
consiga captar la atención del consumidor, no siempre se logra transmitir lo
que se cree que se está diciendo.