LA PSICOLOGÍA DEL MIEDO, INFLUENCIA EN LAS DECISIONES DE COMPRA

LA PSICOLOGÍA DEL MIEDO. CÓMO INFLUYE EN LAS DECISIONES DE COMPRA

No cabe duda, que el gran objetivo de todos los profesionales del marketing es conseguir que los consumidores se lancen a por los productos o servicios casi sin pensar. Encontrar las claves para que el cliente desee, sí o sí, hacerse con un determinado producto o servicio es fundamental para poder crear mensajes de marketing y publicidad más efectivos y mejorar resultados.

En este punto, la psicología se ha convertido en uno de los grandes aliados que puede ayudar a comprender las mentes de los consumidores y los mecanismos que activan los procesos de compra. Y es, a través de la psicología, que se han encontrado varias llaves que pueden abrir las puertas del consumo.

De hecho, se puede considerar que existen varios procesos y principios psicológicos conectados, que activan los procesos de consumo. Uno de ellos es la reciprocidad, que hace que sintamos que, si nos dan algo, tenemos la obligación de responder. Esta es la razón por la que se permanece fiel a una marca, simplemente porque nos han dado algo gratis. Otro principio es el denominado efecto halo, por el que, la confianza que inspira un determinado producto en ciertos actores, funciona a modo de contagio con la marca. De ahí que la recomendación de alguien que el consumidor valora y en quien confía sea tan importante. Y dentro de este listado de principios psicológicos, el miedo ocupa una posición destacada. Y es que, a muchos niveles, es un motivador crucial para impulsar las ventas.

 

EL MIEDO ESPANTA

En una primera aproximación, el miedo puede funcionar como un freno en los procesos de venta. Esto ocurre, por ejemplo, cuando no es fácil encontrar el precio de un producto. Muchas veces, no se muestra, precisamente porque se teme que el potencial consumidor considere que el precio es elevado y se aleje sin llegar a efectuar la compra. Sin embargo, el hecho de que no se visualice fácilmente el precio, provoca que los consumidores tengan miedo precisamente de eso, de que el precio sea muy alto.

La decoración de las tiendas también puede influir y generar miedo, ya que puede llevar al consumidor a pensar que los productos que se venden allí son de una gama más alta de lo que en realidad son. Esto puede ocasionar que evite entrar a comprar, ya que imagina que los precios van a estar por encima de lo que se puede permitir o desea pagar. De hecho, se puede dar la situación de que una tienda con un aspecto muy cuidado y elegante tenga que publicitar precios “low cost” para conseguir que los potenciales clientes entren.

Y otro punto en el que el miedo puede actuar como freno a las compras es el momento del pago. Se trata del miedo a pagar demasiado por algo o a no tomar la decisión más correcta. Ante la incertidumbre de no acertar, los consumidores se inhiben de realizar la compra.

 

EL MIEDO MOTIVA

Pero el miedo también tiene otra cara, y es la que funciona como elemento de motivación y activación y que impulsa los procesos de consumo. El miedo puede acelerar las conversiones y puede ocasionar que los consumidores acaben comprando cosas que no necesitan o por las que, al menos, podían haber esperado.

Y es que uno de los principales activadores del miedo es el “temor al dolor”. Un dolor que no tiene porqué ser físico.

Un ejemplo claro es el miedo que, hace algún tiempo, existía a perderse algo de lo que estaba sucediendo en redes sociales y que provocaba que los consumidores estuvieran siempre conectados. En el consumo existe también ese miedo a perderse algo, lo que provoca, desde la compra de productos que están de oferta porque se teme el dolor que puede provocar pagarlos luego al precio de verdad, hasta el hecho de no poder evitar el comprar productos que prometen una vida mejor.

Otro factor a tener en cuenta es que los consumidores tienen una elevada aversión al riesgo, y éste es un elemento que acentúa el miedo de forma clara. Los consumidores no quieren asumir el riesgo a equivocarse y no tomar las decisiones correctas, por lo que estrategias como recordar que otros consumidores ya han comprado un determinado producto, reafirmar el proceso de compra o insistir en las políticas de devolución, harán que el consumidor se sienta mucho más seguro y con menos temor al riesgo.

Porque, además, los consumidores no sólo temen comprar mal sino también perder ventanas de oportunidad y ahí es donde entra en juego la psicología de la escasez que motiva a la compra por miedo a quedarse sin el producto o servicio deseado.

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