FALLOS EVITABLES EN LA ESTRATEGIA DE MARKETING

FALLOS EVITABLES EN LA ESTRATEGIA DE MARKETING

 

La relación con los clientes es uno de los puntos fundamentales en la estrategia de las empresas. La forma de dirigirse a ellos puede ser uno de los elementos que juegue a favor o en contra en la decisión de compra y que les haga decantarse por los productos de la compañía o de la competencia. Ser muy cuidadoso y eficiente a la hora de tratar con ellos es un elemento clave que permitirá triunfar a la empresa y convencer a los clientes de que ellos son su mejor elección.

No cabe duda de que el marketing es la clave para conseguirlo. Durante años las empresas han apostado por diferentes estrategias para llegar a los clientes y convencerlos de su bondad. Desde mi marca es la mejor, a mi producto es el mejor o a es el que mejor satisface tus necesidades, las empresas han ido evolucionando adaptándose a las nuevas demandas de los clientes, sin olvidar la posibilidad de llegar al corazón del consumidor y ofrecerle la mejor experiencia  y emocionarle. Una buena estrategia de marketing y una buena campaña son claves para afianzar la presencia de la compañía. Pero, ¿qué ocurre cuándo algo falla?

La importancia del marketing en la supervivencia de la empresa es crucial y los esfuerzos en esta área son vitales para dar a conocer productos, marcas y servicios. Las empresas destinan presupuestos elevados a tratar de convencer, emocionar y seducir a los consumidores pero, a pesar de la importancia de este terreno, no siempre son capaces de evitar caer en algunos errores.

Los errores de marketing de las empresas son variados y de diferente índole. Se  pueden encontrar diferentes recopilaciones de los fallos recurrentes que las empresas cometen cuando se dirigen a los potenciales clientes para intentar venderles productos y servicios. Adicionalmente hay que tener en cuenta que las empresas se dirigen a los clientes sin que éstos hayan demandado nada, lo que hace que en la mayoría de las ocasiones sean mucho más críticos.

Antes de entrar en una enumeración de los errores más frecuentes, resaltar que éstos se pueden resumir en una realidad: las empresas no conocen al consumidor al que intentan convencer y enamorar. Como consecuencia, cometen errores a la hora de dirigirse a él, hablan al consumidor pero sin saber qué es lo que quiere, ofreciendo productos o servicios que no interesan o bien dirigen los mensajes a la persona no adecuada. Otro gran error es equivocarse de nombre. Hoy en día se habla mucho de la personalización, de la importancia de que el mensaje vaya dirigido a una persona en particular a la que se llame por su nombre pero, ni que decir tiene, que si el nombre no es correcto no sólo no se consigue el efecto deseado sino el contrario. No sólo es insultante, la percepción es que si la empresa no es capaz de prestar atención al cliente antes de que se produzca la venta, ¿cómo será después? Lo que el cliente va a pensar es: “No voy a ser tonto y contratar a esta empresa”.

Estos no son los únicos fallos. Es también bastante habitual no personalizar los mensajes, enviando a toda persona y en todo tipo de conversación el mismo mensaje. De igual forma en muchas ocasiones se asume por adelantado ciertas cosas, lo que lleva a enviar invitaciones o elementos que no son acertados. El emplear canales equivocados, como mensajes en Twitter o Linkedin que el consumidor puede interpretar como intrusivos, o el no ser realmente transparentes, prometiendo cosas que no son reales o que tienen un cierto engaño o  falta de veracidad son otros errores frecuentes.

 

OTROS FALLOS

Aunque muchos de estos fallos se producen en grandes empresas y en muchos casos se consiguen solucionar con un mejor trabajo previo de preparación de la campaña de comunicación, no son los únicos casos. Desgraciadamente, son más comunes de lo que deberían ser, empresas de consumo incluidas.

Estas últimas también caen en algunas de estas trampas, como la de emplear canales incorrectos o no personalizar los mensajes, aunque en su caso la lista de errores va un poco más allá. De hecho, cualquier consumidor podría hacer una larga lista de dónde fallan las empresas cuando quieren convencerlos de que  sean sus clientes.

Uno de los principales fallos es el de ser simplemente un pesado: las marcas parecen creer que por acosar a los consumidores durante horas, no sólo van a ser sus clientes, sino que se van a convertir en compradores habituales y fans de sus productos. Uno de los ejemplos más claros es el de las empresas de telecomunicaciones, que llaman día tras día a sus potenciales clientes ofreciendo ofertas y ofertas de productos que los consumidores acaban odiando.

No es el único fallo. Las compañías no deberían dejarse llevar por los estereotipos, sobre todo en esta era en la que las posibilidades de conocer lo que piensan los consumidores, lo que demandan y cuáles son sus intereses es tan elevada. Estamos en la época del big data, en la era de las posibilidades de conocer a los compradores con todo detalle, gracias a la navegación y a las redes sociales. En este momento no tiene ningún sentido basarse en creencias generalizadas al dirigirse a los consumidores para convencerlos de nuestros productos. Este punto lleva a pensar que las empresas no están empleando la tecnología con toda la potencialidad que presenta y esto es un grave error ya que las nuevas soluciones permiten ser mucho más eficientes y acertados a la hora de dirigir y compartir mensajes publicitarios.

En resumen, las empresas no planifican y no establecen objetivos claros a la hora de definir qué es lo que van a hacer y qué quieren conseguir, ya que una buena planificación y una lista de objetivos ayudan a evitar la mayoría de estos errores.

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